VIDEO DE HOMENAJE EXHIBIDO EN EL SEGUNDO CONGRESO DE LA CONFEDERACION SINDICAL CONTINENTAL DE LAS Y LOS TRABAJADORES DE LAS AMERICAS (CSA) EN EL DIA 19 DE ABRIL DEL 2012
viernes, 27 de julio de 2012
miércoles, 25 de julio de 2012
POR LA VALORACION DEL TRABAJO DOMESTICO
POR LA
VALORACIÓN DEL TRABAJO DOMÉSTICO
LA DEMOCRACIA COMIENZA EN CASA
HACER VISIBLE LO INVISIBLE
Es motivo de amplias reflexiones que en el umbral del
siglo XXl aún prevalezca la idea de que existen tareas exclusivas para cada
sexo. Si bien es cierto que lentamente ha cambiado la concepción de que los
varones tienen la obligación de trabajar para sostener a la familia, mientras
las mujeres deben dedicarse al cuidado de la casa y los hijos (como si esto no
fuera trabajo), los trabajos realizados por mujeres siguen recibiendo un trato
discriminatorio. Este trato sigue existiendo
a pesar de que en las últimas décadas las mujeres se han incorporado a
todo tipo de actividades aportando al ingreso familiar de tal manera que se han
hecho mixtas sólo las ocupaciones tradicionalmente masculinas.
CACEH, como
organización promotora entre la sociedad de la transformación de las
desigualdades en las relaciones sociales, desigualdades que se expresan entre
muchas otras cosas, en la ausencia de reconocimiento al valor del trabajo
doméstico que se realiza en todos los hogares, desde hace 15 años conmemora el
22 de julio, Día Internacional del Trabajo Doméstico con el fin de dar a
conocer la importancia de esta labor y proponer una reorganización equitativa
de ésta entre todos y todas las integrantes de nuestra sociedad.
En esta ocasión CACEH. Organiza la campaña por la
valoración económica, política y social del trabajo doméstico y por los
derechos de las trabajadoras del hogar con el fin de explicar que entendemos
por trabajo doméstico, cual es su importancia y su valor, cómo determina el
quehacer económico, político, social y cultura de las mujeres y porqué
proponemos una reorganización equitativa en la distribución de este trabajo,
así como la necesidad de una ley que regule los derechos de las trabajadoras
del hogar como trabajo remunerado.
Sobre el 22 de julio
En 1983, durante el ll Encuentro Feminista de América
Latina y el Caribe realizado en Perú, se llevó a cabo un taller que abordó la
discusión sobre los siguientes puntos:
-¿Cómo el trabajo doméstico condiciona todos los aspectos
de la vida de las mujeres y la posibilidad de participar en el ámbito público?
-¿Cómo se manifiesta el “rol doméstico” de la mujer en el
trabajo fuera del hogar?
Entre las conclusiones a las que se llegaron en este
taller, se aprobó que el 22 de julio fuera el Día del Trabajo Doméstico, y que en
este día todas aquellas mujeres responsables de esta labor no realizaran
ninguna de sus funciones habituales al respecto.
Qué es el trabajo doméstico
El trabajo es la actividad humana que transforma la naturaleza y produce los bienes y servicios que se distribuyen entre la población para su consumo.
El trabajo
doméstico es el conjunto de actividades obligatorias y gratuitas que se realizan
en todos los hogares como parte de las
medidas para dignificar la calidad de vida, incluso en cuestiones de higiene y
salud, para garantizar el funcionamiento de la familia. Estas actividades van
desde el cuidado de niños, adultos mayores y/o enfermos, lavar planchar,
encargarse del mantenimiento y servicios de la casa, preparar alimentos, etc.
El trabajo doméstico incluye las siguientes actividades[1]:
a) Trabajo de casa.- prepara alimentos para consumir, limpiar, lavar, tender, planchar y cuidar la ropa.
b)
Mantenimiento.-
de la casa, jardín, animales, aparatos electrodomésticos e instalaciones
eléctricas y de gas.
c)
Cuidado
de la familia.- cuidado de las/os niñas/os (vestirles, alimentarles, pasearles,
llevarlos a la escuela), ayudarles a sus deberes, colaborar activamente en su
formación; cuidar a personas (adultos
mayores, personas con discapacidades diferentes), que incluye igual vestir,
alimentar, pasear, etc.
d)
Compras.-
de productos para el aseo personal, de alimentos y productos de limpieza, de
bienes duraderos para el hogar (electrodomésticos, mobiliario, etc.), y de
bienes duraderos para la familia (ropa, libros, calzado, juguetes, etc.)
e)
Servicios.-
gestiones administrativas (pagos), visitas médicas (para sí misma o de
acompañante).
Esta actividad no es una simple suma de tareas caseras, es además el eje central
para mantener un equilibrio afectivo, entre necesidades y deseos de todos los integrantes de la
familia, lo que contempla para la persona encargada de esta labor ser médica,
psicóloga, administradora, enfermera, etc.
Resulta grave que desde el interior de los hogares difícilmente hay quienes
reconocen este trabajo preliminar e indispensable de adquisición,
transformación y producción de los medios de vida necesarios, para la reproducción,
desarrollo y mantenimiento de la fuerza de trabajo.
Nadie podría negar que las labores domésticas son
trabajo, sin embargo, los malos entendidos empiezan cuando las definiciones se
confunden en esta ocasión con la definición de empleo que se refiere a trabajo
al que se le atribuye una posición social, jurídica o económicamente
reconocida, de ahí que las amas de casa suelen decir que no trabajan cuando en
realidad no tienen un empleo remunerado.
Cabe enfatizar
aquí la diferencia entre trabajo domestico no remunerado y remunerado, el
primero se refiere a las actividades antes señaladas dentro del propio hogar de
la persona que lo realiza, el segundo contiene las mismas tareas pero en una
casa que le es ajena y a cambio de una remuneración económica, es decir, bajo una
relación trabajador(a)/ patrón(a) a través de un contrato, en el caso de las
empleadas del hogar el contrato simplemente es verbal y con malas condiciones
de trabajo. En otras palabras, el trabajo doméstico no remunerado es para las
amas de casa, lo que para las trabajadoras del hogar es trabajo domestico remunerado.
Mujer y trabajo doméstico, el principio
Con el surgimiento del orden patriarcal, la vida social quedó dividida, básicamente, en dos esferas: la esfera pública y la esfera privada; históricamente, la primera ha sido por excelencia espacio de desarrollo y dominio de los varones produciéndose en ella grandes transformaciones; la segunda es el espacio en el que se ha relegado a las mujeres de acuerdo a la división sexual del trabajo y que se ha caracterizado por mantener invisible lo que en ella se produce.
Esta división
sexual asignó a las mujeres la responsabilidad de las tareas domésticas
representadas sobretodo por los quehaceres del hogar, así, mientras el trabajo
de los varones en la esfera pública cristalizó en objetos económicamente
visibles, el trabajo de las mujeres en la esfera privada lejos de haber tenido
grandes transformaciones, sigue siendo desvalorado y dificulta su acceso al
resto del quehacer social.
Con el tiempo,
esa exclusividad de tareas por sexo se justifica a partir de un supuesto “atributo femenino” que
encasilla, entre otras cosas, el desarrollo laboral de la mujer (que se da
principalmente en el sector de servicios), en oficinista, comerciante,
trabajadora de la educación, en el trabajo doméstico, etc.
Sin negar los cambios conseguidos, por ejemplo, la creciente incorporación de las mujeres a la actividad económica en las últimas dos décadas, no ha significado para todas una modificación significativa del papel que socialmente tienen asignado, es evidente que todavía la mayoría de la población sigue cumpliendo los roles tradicionales asignados a varones y mujeres en relación a la división sexual del trabajo, de ahí que las actividades domésticas, por ejemplo, no son compartidas equitativamente y siguen siendo responsabilidad exclusiva de las mujeres a pesar de que los varones ya no son el único sustento económico de la familia.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Empleo de 1995, de
las personas de 12 años y mas, que realizan exclusivamente quehaceres
domésticos en su hogar, 6.6% son varones y 93.4% mujeres, en cambio, de las
personas que se dedican exclusivamente al trabajo remunerado, es decir,
aquellos que corresponden a la población económicamente activa, el 94.6% son
varones y el 5.4% son mujeres.
En este sentido, el trabajo en el hogar representa una
sobrecarga de obligaciones laborales y domésticas que tienen un costo en el
tiempo de descanso, la salud, la capacitación, la recreación y la posibilidad
de participación política y el acceso al resto de los derechos civiles y
políticos de la mujer.
El Trabajo doméstico hoy
Bajo la perspectiva de género, el estudio del trabajo
evidencia los roles que socialmente son asignados a los varones y a las
mujeres, el grado en que condicionan su participación no solo en el mercado de
trabajo sino en cualquier otro espacio de desarrollo humano, y la influencia
que ejercen sobre la división sexual del trabajo “que se expresa tanto en los
hogares como en el mercado laboral, a través de múltiples procesos de
diferenciación y segregación entre las actividades masculinas y femeninas”. [2]
Además, dan cuenta de la invisibilidad de muchas de las actividades económicas
femeninas y de que la creciente incorporación de las mujeres en el mercado de
trabajo no ha llevado aparejada una distribución mas equitativa de las tareas
en el hogar”.[3]
Desde ésta
perspectiva, el trabajo doméstico no es valorado principalmente por dos
razones: la creencia de que todo lo que tiene que ver con el buen funcionamiento
del hogar es de naturaleza femenina,
cuando de hecho, la reclusión de la mujer en el hogar tiene un origen muy
concreto con el surgimiento del orden patriarcal pero se ha difundido de tal
modo que parece como un proceso natural y hasta divino, irrevocable.
Otra razón que devalúa las labores del hogar es la
ilusión de que el trabajo doméstico es improductivo por el hecho de no ser
remunerado, y decimos ilusión porque el trabajo doméstico es sólo una de las
tareas desempeñadas por las mujeres para la obtención de beneficios que si bien
no implica remuneración económica directa, representa una gran proporción del
ingreso familiar pues depende de que haya alguien (mujer por lo general),
responsable de estas tareas para que el jefe de familia (varón por lo general),
pueda desempeñarse en el campo laboral y obtener ingresos.
Además podríamos agregar que el ingreso económico no es,
o no debería ser, el único parámetro para reconocer el valor real de
determinadas actividades, de ser así bastaría con pagar, pero el servicio
doméstico es el ejemplo de que la remuneración no es lo que le da al trabajo su
carácter de necesario e importante, por lo tanto, el dinero no termina de darle
su valor.
Tener ésta idea de que basta con pagarlo para valorarlo
podría traducirse en una muy subjetiva y aparente valoración y baja
remuneración al descargar el peso de las labores domésticas en otras mujeres. Como es el caso de las trabajadoras del
servicio doméstico a quienes no se les respetan los derechos laborales y humanos
básicos para desempeñar dignamente su trabajo.
Dignificar y
reivindicar la importancia del trabajo doméstico repercutirá necesariamente en
el mejoramiento de las condiciones en las que las trabajadoras del hogar levan
a cabo.
Y es que el
papel de la mujer fuera de la casa adquiere cada vez mayor relevancia. El
aumento de su participación en todas las ramas del quehacer humano vuelve
urgente la valoración y democratización de éstas tareas pues las mujeres se ven
envueltas en una doble y hasta triple jornada de trabajo que ni se reconoce ni
permite un desarrollo integral pleno.
Conseguir que el
trabajo doméstico se democratiza al
interior de la familia implica justamente valorar en su dimensión real,
entender que no es una labor inherente a
la mujer, su aporte a la estabilidad de las dinámicas intrafamiliares es
medular y es estrictamente necesario que esta responsabilidad sea
compartida por todos los integrantes de
la familia.
El problema se vuelve más complejo al conjugarse el
trabajo de la mujer fuera de casa, que implica ingresos económicos y la
necesidad de compartir las tareas domésticas al interior de la familia.
Estos son los factores claves que complican la
democratización del trabajo doméstico en un hogar: ingresos económicos y
autoridad. Dos elementos estrechamente relacionados que tradicionalmente
corresponden al quehacer masculino y que la situación actual reclama una
transformación.
Este cambio en
cuanto a las personas que aportan ingresos económicos, automáticamente
transforma la jerarquía de los integrantes de la familia, y es que en nuestra
sociedad patriarcal y capitalista, el dinero es la clave para definir la
dinámica intrafamiliar e intradoméstica pues además implica la distribución, no
solo del trabajo doméstico, sino de las relaciones de poder y autoridad.
Al trabajar fuera de casa la mujer adquiere poder
económico que se traduce en poder de decisión y opciones de vida, el hombre se
plantea en la disyuntiva de compartir tanto la autoridad y control, como
responsabilidades que antes no le correspondían.
La importancia de impulsar esta valoración y
democratización precisamente dentro de la familia radica en que los roles,
tanto de poder como de autoridad, implicados en este nivel repercuten, tarde o
temprano en el sistema social total.
Se trata, lejos de obstaculizar el aumento de la
participación de la mujer, construir y difundir cada vez más opciones que le
den mejores y múltiples posibilidades para su desarrollo integral; querer no
solo el bienestar de la familia sino también el completo uso de la capacidad
creativa de todas las personas y el respeto a los derechos humanos.
Trabajo doméstico y economía
Actualmente predomina la idea de que el trabajo doméstico
es improductivo de acuerdo a la propuesta de un sistema de indicadores sociales
de igualdad entre géneros elaborado por el Instituto de la Mujer en Madrid, “el
trabajo doméstico es una actividad no remunerada, llevada a cabo para la
familia, que puede ser realizada por otra persona distinta a aquellas cuyas
necesidades se están intentando satisfacer”.
Bajo esta
definición se explica que si puede encontrarse a alguien en el mercado laboral
que pueda hacer las actividades antes referidas, significa que el trabajo
doméstico es intercambiable y por tanto es un trabajo productivo que tiene un
valor monetario. En otras palabras una familia ¿cuanto ahorra al delegar a una
mujer integrante de ella las tareas que podrían ser pagadas para que otra
persona las haga?.
Esta propuesta concluye con la definición de trabajo
doméstico como un “trabajo no remunerado que pretende cubrir las necesidades
del núcleo familiar que se caracteriza por ser intercambiable en el mercado
laboral, por que se puede contratar a una persona para llevarlo a cabo, lo que
le da su carácter de productivo, ya que tiene un valor monetario”.
Al respecto podemos agregar que éstas tareas de formación
y sostenimiento del hogar, proveedoras de las bases para el sostenimiento del
núcleo familiar, que no gozan de remuneración ni beneficios laborales, no se
incluyen en las cuentas de las economías nacionales, no obstante que el trabajo
doméstico realizado por las mujeres garantiza la salud, la alimentación, la
seguridad, la higiene, el trabajo y la
recreación familiar.
En la actualidad hay países como España, Argentina y
Costa Rica que cuestionan la medición del Producto Interno Bruto (PIB) nacional
considerándolo subvaluado debido a omisiones de importantes sectores económicos
claves como son, de acuerdo a las características específicas de cada país, los
inmigrantes ilegales, los trabajadores por cuenta propia y por supuesto el
trabajo doméstico.
La producción doméstica beneficia a toda la sociedad y
muy pocos pagan por ella (servicio doméstico). Estas actividades asumidas por
las mujeres desempeñan un papel esencial para el buen funcionamiento de las
sociedades y las economías que las sustentan; requiere ciertas aptitudes,
experiencias y sentido de la responsabilidad que no son reconocidas a pesar de
su importancia.
En 1997, por ejemplo, la Confederación Española de
Organizaciones de Amas de Casa, que integra a 400,000 mujeres, consiguió que el
congreso aprobara la implementación de medidas para la cuantificación y
valoración del trabajo doméstico, así como la inclusión en las cuentas
nacionales y su integración en las políticas sociales.
La experiencia en Argentina es también muy enriquecedora,
el trabajo doméstico de las amas de casa representa más del 35% del PIB de ese
país [4],
según estudios de la OIT, datos como éstos son el sustento de la aprobación de
una ley que contempla la necesidad de proveer un sistema que permita a las
mujeres acceder a los beneficios sociales de otros sectores.
De ésta ley resalta la posibilidad de dar cabida a las amas de casa al Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones, “con esto se intenta dar respuesta a una deuda social con la mujer, pilar del funcionamiento de la comunidad, cumpliendo en definitiva con la obligación de garantizar a las amas de casa el derecho de disfrutar de una vejez digna, gracias a los aportes realizados a lo largo de la vida. La iniciativa surge del reconocimiento y valoración del trabajo en el hogar, incorporándolo al ámbito de la cobertura de la seguridad social”.[5]
Recordemos que gracias a la mujer y a su trabajo
doméstico gratuito los trabajadores obtienen gratis, en forma especial,
personal y privada, todos los servicios que de otra manera tendría que adquirir
en el mercado con su salario, vemos así, que gracia a éste trabajo gratuito el
capital no se ve en la obligación de aumentar los niveles salariales, por otro
lado la cultura de la desvaloración e incumplimiento de los derechos de las
trabajadoras del hogar repercute en su vida laboral, social y político..
De ésta manera CACEH se pronuncia por lo siguiente:
ü Por la promoción del 22 de
julio, Día Internacional del Trabajo Doméstico, como fecha de lucha por la
valoración de éste trabajo.
ü Instrumentar una campaña
permanente por la valoración del trabajo doméstico.
ü Por la democratización del
trabajo doméstico que implica la participación equitativa de todos los miembros
de la familia en las labores domésticas.
ü Que las prestaciones que
actualmente existen para la maternidad se hagan extensivas hacia los varones.
ü Por la creación de organismos
que faciliten conciliar el trabajo remunerado y las responsabilidades
familiares que se presentan como el principal obstáculo para desarrollar toda
su capacidad en el mercado de trabajo.
ü Por la creación de instancias
legales que regulen las condiciones de empleo y trabajo contra la situación de
desventaja de la mujer en el mercado laboral.
ü Proponer en el conteo de las
cuentas nacionales a fin de recoger mejor las características de la economía en
el país dando su lugar correspondiente al beneficio del trabajo doméstico,
creemos que la integración del trabajo doméstico en las cuentas nacionales debe
dar como resultado su integración en las políticas sociales que deberán verse
reflejadas en espacios como guarderías, cocinas, etc., a precios verdaderamente
accesibles, y a la vez empezar a considerar a las mujeres que se dedican a ésta
labor como mujeres trabajadoras y el reconocimiento de los derechos sociales
que esto implica.
ü Por el respeto de los derechos
laborales de las trabajadoras del hogar.
ü Por la reforma del capítulo
XIII de la Ley Federal del Trabajo porque las trabajadoras del hogar no cuentan
con garantías de contratación, seguridad social, establecimiento claro de
jornadas de trabajo y pagos de salario.
ü Por la ratificación del
convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo sobre trabajo decente
para las trabajadoras y trabajadores del hogar, firmado por el gobierno
Mexicano en la 100 Conferencia Internacional del Trabajo en Ginebra Suiza el 16
de Junio de 2011.
La conclusión es que la división del trabajo, y muy en
especial la división al interior de los hogares, es una de las manifestaciones
más claras de la segregación de las actividades que realizan los hombres en
relación con las que desempeñan las mujeres.
Desde cualquier lugar, el punto es importante, el cambio
es indispensables pues la dinámica del presente entre sexos resultará la
socialización política y las predisposiciones conscientes e inconscientes de
las nuevas generaciones; en otras palabras, resultará la cultura política del
siglo XXI.
[1] Propuesta de un sistema de indicadores
sociales de igualdad entre géneros. Instituto de la Mujer. Madrid,1994.
[2] Oliveira, et. al. (1996), P.1
[3] Trabajo doméstico y extradoméstico en México. INEGI. 1998
[4] Doctor Carlos R. Torres, Secretario de Seguridad Social. Ministerios
de Trabajo y Seguridad Social.
[5] Doctor Carlos R. Torres, Secretario de Seguridad Social. Ministerios
de Trabajo y Seguridad Social.
martes, 17 de julio de 2012
FORMACION SINDICAL SOBRE SEGURIDAD Y SALUD EN EL TRABAJO DESDE LA PERSPECTIVA DE GENERO - FASE PRESENCIAL
SE REALIZO EN LIMA LA FASE PRESENCIAL DE FORMACION SINDICAL SOBRE SEGURIDAD Y SALUD EN EL TRABAJO DESDE LA PERSPECTIVA DE GENERO
Los dias 9 al 13 de julio del 2012, en las instalaciones de la OIT Oficina Regional para America Latina y el Caribe de la ciudad de Lima, nos reunimos delegados responsables de la Salud y Seguridad en el Trabajo de distintos gremios de America Latina y el Caribe.
Gracias al apoyo del Centro Internacional de Formacion de la OIT (CIF), de la Oficina de Actividades para los Trabajadores (ACTRAV), de la Fundacion Paz y Solidaridad Serafin Alinaa de Comisiones Obreras de España (CCOO), nos nutrimos con informacion vital para velar por la Salud y Seguridad de los Trabajadores en todos los sectores; asimismo, se realizo la presentacion de la "Guia Basica de Salud y Seguridad en el Trabajo para Delegados y Delegadas Sindicales", instrumento muy importante para desempeñar eficientemente nuestra labor.
Merece especial consideracion la presencia de destacados profesionales y especialistas que brindaron de sus conocimientos para nuestra formacion entre ellos: el maestro Dr. Carlos Anibal Rodriguez, nuestros grandes amigos y amigas colaboradoras con el movimiento sindical, como Jesus Garcia, Fulvio Perini, Carmen Benitez, Maria Bastidas, Carmen Bueno, Purificacion Moran, Isamar Escalona y Angeles Miguelez.
Participaron 40 delegados de paises como: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Mexico, Paraguay, Peru, Republica Dominicana, Uruguay y Venezuela.
OBJETIVOS:
Esta fase Presencial tiene como objetivo reforzar la actividad de los y las dirigentes sindicales con responsabilidades en Salud y Seguridad en el trabajo de paises iberoamericanos. Principalmente contribuyo para:
- Apoyar el conocimiento, desde la perspectiva de genero, de los Convenios 155, 187 y 161 como Normas Internacionales de la OIT centrales en materia de Seguridad y Salud en el Trabajo, por las organiazaciones de trabajadores y trabajadoras de America Latina.
- Asumir la necesidad de desarrollar todo trabajo sindical en Seguridad y Salud en el Trabajo, siempre desde la perspectiva de genero, identificando las diferencias al respecto para mujeres y hombres en funcion de diferentes factores, tales como segregacion por actividad y ocupacion, reparto de responsabilidad familiar, roles tradicionales o discriminacion.
- Amalizar las diferencias y construir colectivamente propuestas de correccion sobre la exposicion a riesgos ergonomicos, quimicos, psicosociales, etc.
- Consolidar la participacion y empoderamiento de las mujeres sindicalistas en las discusiones vinculadas a los temas de Seguridad y Salud en el Trabajo, tanto en los centros de trabajo como en sus respectivas organizaciones.
- Presentacion de la "Guia basica de Salud y Seguridad en el Trabajo para delegados y delegadas sindicales". Esta guia tiene por objetivo ser una herramienta general practica de consulta para los delegados y delegadas sindicales en sus tareas relacionadas con las mejoras en las condiciones y medio ambiente de trabajo, buscando instalar la cultura de la prevencion y despertando el necesario interes sindical sobre estos temas.
- Presentacion de la Base de Datos sobre Normas Internacionales en Salud y Seguridad, y ejemplos de aplicacion practica.
Buen trabajo compañeras y compañeros, y gracias a nuestros maestros, tutores y totoras, especialistas, y todos y todas que contribuyeron con esta gran avance.
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